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No lo hacemos todo mal.

Hacia la alimentación sin culpa.


Actualmente, la alimentación ha cobrado muchísima importancia. Esto implica que la sociedad esta más concienciada en tener buenos hábitos y, por lo tanto, como la demanda es alta, la oferta es elevada y muy variada.

Las personas que se dedican a difundir educación nutricional se podrían dividir en cuatro grupos: profesionales de la salud, entrenadores personales, personas que siguen algún tipo de régimen alimenticio (individuos que sufren alguna alergia y/o intolerancia, vegetarianos, ecologistas, etc.) y por último, amantes de la alimentación (foodporn). La fiabilidad de la información que se transmite dependerá en la capacidad de cada uno de saber identificar y filtrar de manera adecuada el BOOM de información que hay hoy en día a nuestro alcance.

Ahora bien, un gran inconveniente que observo, sobre todo en redes sociales, es que las influencias de la “buena alimentación”, generan sentimientos de culpa de tal manera que, en nuestra búsqueda de buenos hábitos, adoptemos algunas costumbres erróneas o no del todo bien aplicadas.

Por otro lado, y en esto he de reconocer que lo he visto entre mis compañeros de profesión u otros profesionales de la salud, se difunde un mensaje muy complejo sobre alimentación provocándonos muchas dudas y una sensación de que la alimentación que hemos seguido hasta hora está llena de errores y excesos.

Y muchas veces, por estos motivos y otros, frustrados, terminamos nuestro intento de mejorar nuestra alimentación.

Con todo esto, lo que quiero lograr transmitir, es que es normal que sintamos culpa y pensemos que nos alimentamos mal, pero en primer lugar hay que pensar que la mayoría de la gente sabe lo que es bueno para la salud y lo que no. En segundo lugar, muchas veces mejorar nuestros hábitos alimenticios es más fácil de lo que parece, porque aún que sea un pequeño cambio por mínimo que sea, si es para bien, ya los estamos mejorando.

Continuaré en un próximo post.